Buscar este blog

miércoles, 12 de junio de 2013

IRONMAN LANZAROTE 2013

No soy muy dado yo a escribir en ningún sitio electrónico. Alguna chorrada esporádica y algún comentario simple que otro en Facebook, pero nada más. El caso es que son bastantes las personas que me han pedido que haga una pequeña crónica de mi carrera en Lanzarote y como Facebook creo que no es el sitio apropiado (para enlazarlo si, pero no para colgarlo directamente), me he animado a iniciar este blog. Quien sabe, igual a partir de ahora le cojo el gustillo. Espero no ser muy pesado, que tengo mucha tendencia a serlo. Bueno que ya me estoy yendo por las ramas.
Empezaré diciendo que este año llegaba a Lanzarote con mucha confianza. El asesoramiento de Rubén Hernando era el gran culpable de ello, y las buenas sensaciones de las últimas semanas parecía que me daban la razón. Por este motivo, curiosamente, los nervios que en mi son habituales antes de las carreras, incluso aunque no sean de gran importancia, en este caso, no hicieron su aparición. Aun así evidentemente la noche antes de la carrera casi no pegue ojo. Me acosté pronto, ya que tocaba levantarse a las 4:00 de la mañana, pero el cuerpo no esta acostumbrado y no te duermes, siempre con la mente pensando “no vaya a ser que me quede dormido”, y antes de que sonara el despertador ya tenía un ojo abierto. Bajo a desayunar al buffet del hotel , que abrían a esas horas expresamente para los corredores. Desayuno ligero. Más de lo que acostumbro. Los días de carrera mejor no salir con el estomago pesado, café solo, dos tostadas con miel y aceite, zumo de naranja y una tortillita y a preparar los bidones. La bici ya estaba perfectamente preparada desde el día anterior en boxes, así que prepare un bidón con powerade y uno con geles para la primera parte de la bici y otro con geles y un sándwich de pavo para la bolsa del avituallamiento especial y me fui a llevarlo a boxes. Además llevaba tres barritas pegadas al cuadro. Todo colocado y me vuelvo al hotel. Me tiro en la cama con música tranquilamente. Selección de música expresamente destinada a cargarme las pilas por la mañana. Primera vez que lo hago y la verdad que me vino muy bien. Yo soy más bien rockero y abundaban canciones de Rollings o AC/DC, pero es de justicia reconocer que la canción que más me animo la mañana fue el Titanium de David Guetta.
6:15: me levanto me pongo el pulsometro, el dos piezas, el chip y la parte de abajo del neopreno. Cojo las gafas de agua y el gorro y me encamino a la playa. Me cruzo con Ruth Varona y nos deseamos suerte. Paso bajo el arco de control del chip y entro hacia la zona de calentamiento. Comienza a llover. Me encuentro con Edu, nos abrazamos y nos reímos. Esto no es lo que habíamos contratado, jajaja. Nos abrochamos los neoprenos y me voy a calentar. Giros de brazos y apenas 300 metros con un pequeño acelerón para acostumbrarme a la temperatura del agua y acabar de ajustar el neopreno. Salgo del agua y me voy a coger posición en la salida justo cuando comienza a amanecer, apenas 10 minutos para el pistoletazo. Me voy abriendo paso entre la gente, tengo muy claro donde me quiero poner. Por el interior y en segunda fila de los grupos de edad. Todos los que me conocen saben que a mi no me gusta ponerme donde no me corresponde pero estoy seguro de poder nadar en torno a los 57 minutos y por tanto las segunda fila ya me corresponde. El interior aunque este mal que yo lo diga es para los valientes. Según voy llegando delante hay gente que se molesta y no me quiere dejar pasar, y yo tengo un problema que he de solucionar para poder hacer algún día una buena natación, no se echarle cara y no me gusta discutir, así que finalmente me quedo por dentro pero 5 filas más atrás de lo esperado. El gran error del día. Veo a Bermejo y nos saludamos. Pienso “que cabrón esta en el sitio que yo quería, como lo hará”. Dan el aviso del último minuto. Todos atentos y bocinazo de salida. Corro intentando abrirme paso, pero es imposible, cuando hay agua suficiente me zambullo y comienzo a nadar. Saco la cabeza cada brazada, no para orientarme sino para evitar que me la pateen, cada tres brazadas una y media es sobre persona en vez de sobre agua y de cada dos veces que saco la cabeza en una me sacuden, y así vamos hasta la primera boya. Pienso que ya se estirara un poco la cosa y encadeno tres brazadas con la cabeza dentro del agua. Justo, me dan un talonazo en la mandíbula y veo las estrellas, pero bueno a partir de ahí ya puedo nadar respirando cada tres aunque sigo recibiendo. Hay gente que se ha metido del otro lado de la corchera “que cara más dura” pero a media corchera vienen lanchas de la organización y se hinchan a sacar tarjetas, alguno se les escapara, pero bueno. La vuelta es un poco más tranquila, pero el tiempo ya es malo. Toco playa, primera vuelta y miro el reloj, 32 minutos, desastroso pero bueno me vuelvo a tirar por dentro a ver si recupero algo y… vuelta a recibir, esta vez algo más normal , ya va la cosa más estirada. Al girar la boya de retorno decido que quiero nadar un rato sin recibir y me tiro por el centro yo solo. Se que estoy haciendo mal tiempo a pesar del esfuerzo y que tirar por el centro no es lo mejor, hay más corriente y no hay pies que seguir, pero ya un minuto más, un minuto menos me da igual. De lo único que estoy orgulloso es de que no me agobié en ningún momento.  Salgo del agua con el crono marcando casi 1h5m. 5 minutos peor que mi peor previsión, pero curiosamente sigo animado, “a por la burra que esto lo levanto”. Cojo la bolsa y me cambio. Aquí lo tengo todo calculado y sale genial, solo un pequeño percance con una zapatilla de la bici al ir a montarme pero apenas unos segundos de perdida. Me calzo bien y ya saliendo de Puerto del Carmen comienzo a adelantar pelotones. Enfilo hacia Miranda y voy a echar mano del bidón de geles para comenzar a meter nutrientes y “oh, oh” no lo tengo. No había grandes baches y nunca había perdido un bidón de ahí ni lo volvería a perder, ni siquiera en el tramo de Nazaret donde los pierden muchos, por lo que ahora pienso que alguien debió de movérmelo sin querer. Bueno, no me pongo nervioso, me acoplo y aprieto los pedales con fuerza que eso siempre me relaja. Decido un cambio de estrategia. Barritas en la primera parte de la carrera y algún plátano que no pensaba tomar hasta la carrera a pie que ahí es lo único que tolero bien. Cafeina de la coca cola que da la organización y arriesgaremos con alguna barrita de la organización en la segunda mitad de la bici. Nada más girar en Puerto Calero veo a Bermejo y me acerco a él con facilidad respetando el ritmo que me había marcado. Lo paso y veo a Rubén. Lleva séquito. “Menudos cabrones”. Indignado, muchos pelotones, al pasar a Rubén le meto la bulla al que lleva pegado. Continúo a muy buen ritmo disfrutando del paisaje y las curvas, sobre todo en el Golfo, hasta que enfilo Timanfaya. Sigue lloviendo y el viento es fortísimo pero acoplado voy encantado.  Sin trafico, los meneos hasta me divierten. Timanfaya es otra cosa, precioso, impresionante, parece llano pero no lo es y con el viento que pega vengo decidido a tomarmelo con calma para poder darlo todo en las zonas que se me dan bien. Pongo marcheta y no subo a mal ritmo de todos modos. Hacia el final parece que va dejando de llover aunque aun esta nublado y en una de las rampas un poco más duras esperan Juan Bermejo, Fernando Molina, Jorge Lobo y Oscar del Barco con la cámara y unos buenos ánimos que siempre vienen genial. Según me voy acercando a la cámara les saco la lengua. 
Estoy de muy buen humor. Corono Timanfaya y vuelvo a apretar. El viento seguía sin dar tregua, pero siempre que no me tenga que poner de pie, disfruto. Aquí, ya me había dado cuenta de que este año la organización en vez de Powerade daba otra isotónica, que sabe… “a leches”,  y en vez de Coca Cola, daba Red Bull que me sienta fatal, pero me hacia falta, así que voy tirando de ello y cruzo los dedos. La isotónica sabe mal pero no da problemas, el Red Bull me esta dando gases pero parece que no me molestan en exceso y no perjudican mi ritmo. De repente me pasa un cohete, “vamos tío” me dice. Es Edu que se pierde en la distancia, “como va!!!”. En estas llego a Haria y empiezo a subir. Mas tendido al inicio pero endureciéndose por momentos y con el viento de cara de más de 35kms/h se hace mucho más duro. Me lo vuelvo a tomar con calma. Me pasan algunos en los tramos de ir de pie, pero lo cierto es que no se van muy lejos. Se ven pelotones, pero lo cierto es que aquí la sensación no es la misma. Van juntos, pero abiertos. Apenas pueden aprovecharse los unos de los otros y no se ve mala intención. En los tramos en que se puede subir sentado vuelvo a adelantarme. Me pasa Bermejo casi llegando arriba en uno de mis tramos de pie y me pregunta si necesito algo. Le digo que no y me da la sensación de que voy mucho más cómodo. De hecho en cuanto suaviza y me siento le vuelvo a pasar y llego a la cima. Aquí esta el avituallamiento especial y casi me lo paso. No me lo puedo creer. Se supone que les avisan y ya deberían tener preparada mi bolsa, pero he tenido que echar pie a tierra y decirle al voluntario donde está, aun colgada, casi llego a cogerla yo. Coloco el bidón de geles (por fin!!!) y ya que estoy parado me como el sándwich sin volver a montar. Arranco de nuevo. Esto si me a puesto de mal humor pero comienza la bajada, ya hace sol y la temperatura es buena. Voy gozando, arriesgo lo justo y no paro de adelantar gente. La bajada me da una renta interesante sobre los que me iban haciendo la goma en la subida y ya no aguanto más (me meoooo!!!). Paro me echo a un lado y… parece que aun no me cogen. Arranco otra vez, aquí hay un repechón de órdago y me vuelven a pasar los mismos de siempre (tengo que aprender a subir) pero ya estamos en el mirador del Rio y aquí la subida, aunque dura, es más corta y además preciosa. 
                                     
Y luego la bajada es laaaaaaaarga. No se me despegan mucho y subo disfrutando de las vistas. Aquí en alguna rampa eche de menos un piñon de 25. Solo llevaba hasta el 23. Aun así las sensaciones no son malas. Llego arriba y me lanzo a por todas, a juzgar por las fuerzas que tengo ya puedo permitirme algún exceso. El tramo de Nazaret es horrible y el viento me mueve en todas direcciones, pero voy gozando y adelantando gente siempre en este tramo, salvo un grupito de dos muy bien organizado a relevos que me adelanta. Me dan ganas de tirarlos de la bici, pero me contengo, “si así son felices, allá ellos”.  Cuando enfilo la última y espectacular zona de curvas que ya va dirección Puerto del Carmen puedo ver a Edu a lo lejos con unos cuantos más y les voy recortando. A pesar del viento, a pesar de los meneos voy con todo metido y consigo adelantarlos. Entro en Puerto del Carmen. Curva a la derecha para enfilar boxes y… “mierda queda una rampita, jajaja”, venia emocionado, “quita desarrollo que no subo”, una vez arriba me descalzo tranquilamente y doy cadencia para relajar las patas. Ya descalzo aun adelanto a otro corredor. Me bajo elegantemente (jejeje) y contacto con otro grupo ya en el pasillo de boxes, pero “oh, oh” seria el penúltimo susto del día pero el que más me descolocó. Corro con la bici de la mano y con buenas piernas, pero los gases del puto Red Bull que en la bici no eran más que molestos no me dejan poner recto del todo. Entrego la bici, cojo mi bolsa y me cambio nuevamente. Todo perfecto pero no se me pasa y salgo a correr como Chiquito de la Calzada. Después de la carrera me corroborarían que llevaba mal aspecto. Aquí si voy preocupado. El ritmo no es malo pero me duele y no creo que pueda aguantar así, pero pienso “es igual, tengo un montón de horas y me tengo que hacer la foto de meta con mi sobrino”, esto me anima. Veo entrar a Bermejo y Rubén casi seguidos con la bici y acto seguido unos baños de estos de plástico de la organización. Me meto y (no se lo contéis a nadie!) echo una meada (y suelto gas), más de 3 minutos (si si, que no hacia más que mirar el reloj).  El caso es que salgo aun molesto de la espalda pero me ya me puedo poner recto y en 2 o 3 kms más, hacia el km 5 se me pasan hasta los dolores. 
                                                     
Me animo y aprieto. Los siguientes 20 kms disfruto como un enano. En el tramo final de la primera vuelta, el viento es muy fuerte hasta para correr, tanto que te tira arena de la playa encima, y cuando se para, hace muchísimo calor, pero es igual, ya vuelvo a ir contento, cuando me cruzo con Molina y compañía casi les animo yo a ellos y cuando me cruzo con Elena me paro y le doy un beso. Mi sobrino esta en el recorrido pero aun dormido. Adelanto muchas gente. Doblados la mayoría, pidiendoles paso en las zonas estrechas, pero también gente con las mismas pulseras que yo que ya van muertos. En la salida de la última vuelta ya esta despierto mi chiquitin y también me paro ha hacerle gestos. Casi se me sube un femoral por hacer el payaso y encima el pobre, con las gafas y la gorra ni me reconoce. Vuelvo a ver a Elena y le digo “que haces tan lejos de mi niño. Vete preparándote que vengo volado”, jajaja, me quedan 10 kms aun pero voy sobrado de fuerzas solo la musculatura cargada me impide ir más rápido. Me masajeo de vez en cuando los femorales al mismo tiempo que corro y cruzo los dedos. Si no hay calambres acabo sin problemas. Doy el último giro hacia meta. Me cruzo con mis compañeros y les voy dando la mano. El ritmo de Edu no es bueno pero lleva buena cara me dio mucha pena enterarme después de que se retiraba por problemas en la pierna. Penúltimo badén, “todo en su sitio”. Última subidita y ya es para abajo, “subidon”. Empiezo la bajada y ya oigo que me gritan “Nacho, Nacho…” Elena y Natalia con mi niño. Los esperaba un poco más cerca del arco. Doy la mano a Elena y nos echamos a la izquierda. Mi chiquitin va botando por la bajada. Le digo a Elena que baje el ritmo que ya esta hecho y no queremos desmembrar al niño. Me lo pasa (“si hombre quien es este tío tan sudado y con esas pintas”). Se lo devuelvo. Cruzamos la meta. Pelos de punta. Me quito la gorra y las gafas y ya me reconoce, pero se nota que piensa que me hace falta una ducha. Conseguido, 10:26 y sobre todo la maratón completa sin tener que echar a andar. Ya solo queda esperar a mis compañeros para darles un abrazo.
                                       
Pocos días después un amigo y enamorado de Lanzarote y su Ironman, Angel Altes, me enviaba algunas estadísticas de la prueba y de la participación de los Castellanoleoneses en ella. He de decir que se le agradece y es interesante, pero también que las estadísticas son frías y no contemplan por ejemplo las diferencias climatológicas de una edición a otra, pero sobre todo no contemplan las historias personales, como la que dice que mi amigo Rubén Hoyos entro en meta solo 11 minutos después trabajando 8 horas al día en la cadena de la fasa o que el fenómeno de Carlos Merino hizo un tiempo similar el año anterior teniendo que compaginar trabajo y cuidar de un infante, que es algo más bonito que cruzar la meta de ningún Ironman, pero que endurece la empresa muchísimo sin duda . Y estas son las que yo conozco de primera mano, pero 1900 participantes dan para muchísimo más cada año.

Aunque suene pedante, me gustaría hacer unos agradecimientos aquí al final de esta crónica, porque aunque no sea gran cosa y las condiciones sean inmejorables, mentiría si dijese que no estoy orgulloso de mi carrera y mi esfuerzo. Primeramente a dos  personas de las que me acorde mucho subiendo los puertos de Lanzarote, Javi Pérez (Pollito) y Gabriel Belloso, “más salidas como la de Mijares me habrían hecho falta, pero esa me vino muy bien en muchos sentidos. A mis compañeros de equipo en la carrera que son unos fenómenos y además me dieron unas buenas referencias, jeje. Muy especialmente a mi esparring de lujo esta temporada don Angel Matallana, compañía impagable para sacar el día a día adelante. A mi mujer que no sabeis lo que me aguanta, pero bueno eso ella ya lo sabe. Y a mi sobrino, al que le guardaré esta crónica para cuando sea mayor, porque si no fuese por él posiblemente me hubiese retirado en el km 2 de la maratón. Y con esto dejo de dar la vara.